El sol es la única semilla

Vivo en la realidad.
Duermo en la realidad.
Muero en la realidad.

Yo soy la realidad.
Tú eres la realidad.
Pero el sol
es la única semilla.

¿Qué eres tú? ¿Qué soy yo
sino un cuerpo prestado
que hace sombra?

La sombra es lo que el cuerpo
deja de su memoria.

Yo tuve padre y madre.
Pero ya no recuerdo
sus cuerpos ni sus almas.

Mi rostro no es su rostro
sino, acaso, la sombra,
la mezcla de esos rostros.


Tú haces el bien o el mal.
Tú eres causa de un hecho,
pero: ¿eres tú tu causa?

Te dan lo que te piden.
Piden lo que te dan.
Total: entras y sales.

Dejas tu pobre sombra
como un nombre cualquiera
escrito en la muralla.
Peleas. Duermes. Comes.
Engendras. Envejeces.
Pasas al otro día.

Los demás también mueren
como tú, gota a gota,
hasta que el mar se llena.
¿Has pensado en el aire
que ese mar desaloja?

Tú y yo somos dos tablas
que alguien cortó en el bosque
a un árbol milenario.
Pero ¿quién plantó ese árbol
para que de él saliéramos
y en él nos encerráramos?

A ti no te conozco,
pero tú estás en mí
porque me vas buscando.
Tú te buscas en mí.
Yo escribo para ti.
Es mi trabajo.

Vivo en la realidad.
Duermo en la realidad.
Muero en la realidad.


Yo soy la ralidad.
Tú eres la realidad.
Pero el sol
es la única semilla.



Poema de Gonzalo Rojas. La miseria del hombre, 1948.

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